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Visita Córdoba
Córdoba no sólo es la ciudad del mundo que acapara más Patrimonio de la Humanidad, con cuatro declaraciones a su Mezquita, a su Casco Antiguo y Judería, a sus Patios y a Medina Azahara, sino que es una ciudad llena del encanto que otorgan las poblaciones milenarias. Descubrir sus monumentos a través de su Historia es introducirse de lleno en el apasionante mundo de la Historia de la Humanidad. Cuna de grandes personajes de esa Historia en múltiples facetas, como Séneca, Maimónides, Lucano, Góngora, Julio Romero de Torres, Juan de Mesa, Rafael Botí o Manolete, Córdoba ha alumbrado a la Humanidad con su cultura a lo largo de los siglos. Durante el Califato de Córdoba llegó a ser la ciudad más habitada, culta y opulenta de Europa. Tanto es así, que desde aquella época nunca ha dejado de ser referente cultural y artístico en el viejo continente. Córdoba eterna.
Y, como no podía ser menos, Córdoba es el marco ideal para albergar exposiciones, celebrar congresos o, simplemente, perderse en sus miles de apuestas culinarias representadas en su multitud de bares y restaurantes. Con una gastronomía que ha dado platos como el salmorejo, el flamenquín, el rabo de toro o las berenjenas fritas con miel, Córdoba recoge en sus platos más típicos la fuerte inspiración culinaria cristiana, árabe y judía.
Y es en bares y restaurantes donde también se pueden degustar los maravillosos caldos que da la tierra, vinos con la profundidad de matices que ofrecen Montilla y Moriles y que enriquecen, sin duda, a los paladares más exquisitos con su exclusividad.
Mezquita-Catedral

Con casi 1.500 años de antigüedad, la Mezquita-Catedral de Córdoba no sólo es el monumento más visitado de España sino que se presenta como un edificio único en el mundo por muchos aspectos, entre los que se encuentran sus dimensiones, su historia, su conservación, y por ser una Mezquita musulmana que alberga en su interior una Catedral cristiana. Pero también lo es por su característico estilo arquitectónico, la calidad de sus materiales, la belleza de su composición y por ser la única en el mundo que no mira hacia la Meca, sino al sureste.
Su efecto hipnótico rivaliza con la placidez que provoca su visión y el intimismo espiritual que vierte sobre aquellas personas que visitan este monumento Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El Alcázar de los Reyes Cristianos

A tan sólo unos pasos de la Mezquita-Catedral nos encontramos con el Alcázar de los Reyes Cristianos. Construido entre los siglos XIII y XIV d.C. fue fortaleza militar y albergue de reyes. De hecho, los Reyes Católicos lo utilizaron en su estancia en la ciudad en la época de la Conquista de Granada. En sus mazmorras estuvo encarcelado Boabdil, último sultán del reino nazarí y en sus salones tuvo lugar el encuentro entre los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, con Cristóbal Colón, encuentro en el que éste expuso a los monarcas su proyecto de viaje a las Indias que daría como resultado el descubrimiento de América. Un trozo más de la Historia de la Humanidad con Córdoba como escenario.
Además de sus salones y estancias de estilo mudéjar, destacan del conjunto sus numerosos floridos jardines y sus numerosas fuentes que dieron pie a la representación de un singular y bello espectáculo de luz y sonido que tiene lugar en las cálidas noches cordobesas.
La Sinagoga

Si el mayor monumento de Córdoba, la Mezquita-Catedral, representa a dos de las tres religiones monoteístas, el islamismo y el cristianismo, a pocos pasos de este monumento y del Hotel Carpe Diem Córdoba nos encontramos con un singular edificio de culto judío, la Sinagoga. De hecho, el edificio se encuentra en el barrio conocido como La Judería. Las tres religiones monoteístas representadas en estos edificios reflejan la sinergia espiritual de la ciudad con estas confesiones en su historia, pero también el respeto dado a la confesionalidad de los habitantes de Córdoba a lo largo de los siglos.
De estilo mudéjar, se accede a la misma a través de un patio que nos da paso al vestíbulo que antecede al salón de oraciones ricamente decorado. Subiendo unas escaleras se acede a una galería, que era el lugar destinado a las mujeres y que conecta con el salón a través de tres bellos y también decorados balcones.
Patios de Córdoba

Fue en 2012 cuando la UNESCO declaró a los patios de Córdoba Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Una costumbre arraigada durante siglos en los que tanto los patios de casas de vecinos como de particulares se han decorado y cuidado con tal mimo que sus floridas plantas forman parte de su decoración natural uniendo naturaleza y arquitectura en un cúmulo de sensaciones que, en primavera, estallan en color, fragancias y majestuosidad. Geranios, gitanillas o helechos comparten espacio con buganvillas, orquídeas y multitud de plantas de todas las variedades imaginables, especialmente aquellas que decoran con su flor, ocupan balcones, patios, paredes y escaleras.
Desde hace más de un siglo, y coincidiendo con las fiestas de la ciudad en mayo, Córdoba celebra su Festival de los Patios en los que se exponen al público cada uno de estos cuidados tesoros de la ciudad y en los que las distintas casas rivalizan en belleza para conseguir los premios que la ciudad otorga a sus participantes. Las visitas a los patios también se programan en otras épocas del año desde la organización del propio Ayuntamiento.
Medina Azahara

Este conjunto arquitectónico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2018, es una extensión de la ciudad fuera de ella a escasos kilómetros de la urbe. Fue mandada construir por el califa omeya Abderramán III para albergar el centro de decisión política y militar de la ciudad y tuvo tan sólo unos ochenta años de vida porque fue asolada en la guerra civil que acabó con el califato cordobés en el siglo XI.
Son múltiples las estancias y edificios que lo conforman entre los que cabe destacar su mezquita o el conocido como «salón rico», pero también son abundantes en ella las residencias aristocráticas, zonas militares, fuentes o jardines. Todo fue construido con una calidad de materiales y un lujo sobrecogedor ya que uno de los fines de Abderramán III sobre su ciudad era convertirla en imagen de su poder.